DOS REALIDADES DE LA MISMA TIERRA
Tocachi es una de las cinco parroquias del cantón Pedro Moncayo, ubicado al norte de la provincia de Pichincha. Hace mil quinientos años, este territorio fue parte de la cultura Quitu Cara, de heroica resistencia a la invasión inca y posteriormente a la conquista española. En la Colonia estas tierras constituyeron los latifundios de las poderosas familias criollas, condición que se mantuvo hasta bien entrada la época de la república. Según datos del último censo poblacional, realizado en el año dos mil uno, en Tocachi viven mil quinientas setenta personas, ubicadas en varias comunidades campesinas. Una de ellas es San Luís de Moronga, un conjunto de casas dispersas y una iglesia situadas a dos mil quinientos metros sobre el nivel del mar.
A nuestra llegada encontramos a sus moradores en una minga de reforestación con especies nativas para proteger a las laderas de la erosión. Dentro de unos quince años, las plantas alcanzarán su edad adulta y si ya no están ellos, esperan que sus hijos y sus nietos sean los beneficiarios directos.
La comunidad se creó hace aproximadamente treinta y cinco años. En la actualidad existen veinte y cuatro familias. La única actividad productiva es la agricultura, pero sus suelos arenosos carecen de agua, no existe un sistema de riego. Sin agua no hay producción y sin producción no hay fuentes de trabajo. La sequedad de la tierra y de las instituciones estatales son las causantes de que la mayoría de sus moradores emigren a las grandes ciudades con la consiguiente desintegración de las familias. Junto a la iglesia funcionaba una escuela pero está abandonada porque los niños también han emigrado. Solo un grupo de dieciocho personas de la tercera edad y dos niños con capacidades especiales reciben la asistencia de una fundación que, de lunes a viernes, les da el almuerzo. El resto de los moradores continúan viviendo de la agricultura en condiciones precarias.
Hacia abajo a dos mil trescientos metros sobre el nivel del mar, entre los pliegues de la montaña, se encuentra una pequeña meseta llamada tanda, que en quichua significa pan de maíz. Aquí también estaban en minga, pues el gobierno provincial de pichincha había donado una importante cantidad de plantas nativas para reforestar las lomas.
Hace cincuenta años la vida en tanda era diferente. Cuentan sus moradores que tenían que viajar a lomo de burro hasta la quebrada más próxima para conseguir agua, lo propio hacían a Cochasquí para intercambiar sus productos con los de otras regiones de la provincia. Todo esto bajo un sistema de explotación. A partir de mil novecientos setenta con la aplicación de la reforma agraria la comunidad se organizó y emprendió procesos que dieron un vuelco a su realidad. Formaron la Asociación Agrícola Tanda y en 1981 lograron la personería jurídica. De ahí en adelante esta comunidad se ha convertido en un modelo de desarrollo con características propias.
A diferencia de Moronga, la comunidad de Tanda gestiona su bienestar proponiendo proyectos de dotación de agua para el riego por medio de la instalación de pequeños reservorios. Se estima que para después de tres años, toda la meseta será un conjunto de huertos frutales, por lo pronto se están creando las condiciones. Quienes hace más de una década emigraron por la falta de empleo ahora están retornando. En unos veinte años, si las condiciones se mantienen, moronga podría llegar a desaparecer, por el contrario, si tanda continúa sembrando, florecerá en la nueva vida de sus habitantes. Tanda y Moronga, dos realidades de la misma tierra.
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